-Pensamiento
El pensamiento de Ortega se puede dividir en etapas: En la primera etapa, se distanció del neokantismo, rechazó la herencia del idealismo, aunque también se opuso al realismo. A éste le reprocha su ingenuidad, su creencia en lo "dado"; al idealismo, le reprocha también el que, en el fondo, siga siendo realista, ya que sigue considerando las ideas como cosas, y las piensa como "entidades". La superación del punto de vista del idealismo se efectúa, partiendo del dato "mi vida". Por otra parte, también se opuso a la tesis idealista según la cual las cosas se deben acomodar a las funciones del pensamiento. El realismo ha conducido a la razón a buenos resultados en el estudio de
la realidad natural, fracasa cuando ha de entender al hombre, ya que el hombre no es una cosa. Es preciso volver fuera de los esquemas del realismo y del idealismo. Para ello hay que pensar la realidad realmente radical que es la vida, ya que tanto la misma naturaleza como el intelecto son relativos a ella. La vida reúne en sí misma ambos aspectos: intelecto y naturaleza. Pero la razón capaz de pensar esta realidad radical que es la vida no puede ser la razón pura, sino que ha de ser la razón vital.
la realidad natural, fracasa cuando ha de entender al hombre, ya que el hombre no es una cosa. Es preciso volver fuera de los esquemas del realismo y del idealismo. Para ello hay que pensar la realidad realmente radical que es la vida, ya que tanto la misma naturaleza como el intelecto son relativos a ella. La vida reúne en sí misma ambos aspectos: intelecto y naturaleza. Pero la razón capaz de pensar esta realidad radical que es la vida no puede ser la razón pura, sino que ha de ser la razón vital.
Según Ortega, ningún saber concierne directamente a las cosas mismas, sino a nuestra actitud hacia ellas, rechazando la creencia en un ser en sí de las cosas independientemente de nosotros. El ser de las cosas debe entenderse a partir de su relación con nosotros, "saber a qué atenerse". Esta reivindicación de la vida no debe entenderse de manera irracionalista que aboga por instintos o impulsos, sino que la vida debe entenderse como realidad radical, y el racio-vitalismo como una teoría de la realidad. Ahí es donde enraíza el perspectivismo orteguiano, esta unidad que engloba en sí la naturaleza y el intelecto se nos aparece siempre en perspectiva. El ser del mundo no está dado, sino que es siempre perspectiva. La perspectiva aparece así como una condición epistemológica para captar la auténtica realidad: "donde está mi pupila no hay ninguna otra". El Yo y el mundo forman una totalidad concreta e indivisa, cuyo núcleo es la vida del hombre. La vida humana no es cosa, ni materia, ni esencia, ni es algo dado; el hombre no es una res cogitans, sino una res dramática; un "drama", una unidad dramática de Yo y mundo, es decir, del Yo y su circunstancia: "yo soy yo y mi circunstancia". Esto no aboca al mero relativismo. Para evitar tal posibilidad Ortega intentará conciliar la multiplicidad de perspectivas en la unidad de la verdad, lo que le conduce a la reflexión sobre la historia. Por ello, la razón vital es fundamentalmente razón histórica, ya que la circunstancia es siempre circunstancia histórica concreta, y el Yo es siempre un ser que se encuentra en el mundo, que se caracteriza por su temporalidad. Un Yo que es proyecto, en su circunstancia concreta.
Conforme con esta caracterización del racio-vitalismo como razón histórica, se abre la segunda etapa de su pensamiento, en la que predominó la interpretación de la historia y de la sociedad. El hombre no tiene naturaleza, tiene historia, y esta dimensión histórica es el órgano por el que el hombre se puede conocer a sí mismo. Estas tesis Ortega las formula en obras como ¿Qué es la filosofía?, La idea de principio en Leibniz, y Origen y epílogo de la filosofía. De esta época procede la famosa teoría orteguiana de las generaciones, y una de las obras que más influencia han tenido:
La rebelión de las masas
(1930).
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